El Camino de Santiago ha sido
impresionante, nos inculca valores que nadie podrían enseñarnos. Hemos roto barreras con los compañeros que creíamos haber
perdido o pensábamos que no podríamos hablar con ellos. Nos hemos llevado de
allí nuestra propia experiencia, no la de los demás. Todo el
esfuerzo, los lloros, los momentos y apoyos que hemos compartido han
merecido la pena por llegar al km. 0, sentarnos al lado de la catedral
de Santiago y emocionarnos.
Todo el esfuerzo de la mañana tenía
su recompensa por la tarde: los masajes, los chistes de Roberto,
las anécdotas de Desiré, las historias de veinteañero de Juanan y
toda la ayuda del mosquetero Fernando.. Cada paso nos acercaban más
a ellos, y a todas aquellas pequeñas personas del Camino que al
conocerlas se hacían enormes.
Aprendes a estar con lo básico sin
casi ningún capricho. Aprendes a dejar de ser tan superficial y a
ser un poco más persona. Dejas atrás todos los enfados que has tenido. Los olvidas y emprendes
otro camino nuevo hacia una relación mejor con los demás.
Te purificas a ti mismo
con el agua de todas las fuentes y ríos del camino, no quieres irte
porque sabes que eso es lo mejor que has pasado, y aunque echabas de
menos a tus personas queridas, no sabes que echarás de menos aquella experiencia que más
recordarás con tu clase. El estar casi siempre con la misma ropa te
enseña a saber aprovechar lo que tienes aunque lo que llevas en tu mochila creas que
sea poco.
Descubres en las personas una gran belleza interior: el orgullo de haber
hecho el camino con todo su esfuerzo y dedicación. Nada pudo con ellos y
al llegar a la catedral, todo aquello dio su fruto. Y otro gran descubrimiento fue descubrir la belleza
escondida en la naturaleza que a veces no contemplas ni en tu lugar
de origen porque tus montones de cosas no te dejan
verlo.
Nos impresionaba ver que los compañeros estaban
pendientes de buscar un sitio donde dejar su piedra con su nombre. No valía cualquier lugar y eso resultaba apasionante. Igual de apasionante que llegar a Santiago de Compostela y estar con todos
los peregrinos que llegaban y se echaban en el centro de la
plaza agotados.
También valoramos mucho el haber entrevistado a
personas de diferentes países que ni conoces pero que te parecen
todas interesantes. Y saber que el camino no acaba, sino que otro, más importante,
empieza, que nada tiene un principio ni un final, que no hay que
dejar todo para el final, y que hay que acabar todo lo que empiezas... Son lecciones que tendremos siempre presentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario